Rafa

El miércoles en la mañana mis progenitores contestaron a la vez en dos teléfonos (de la misma línea) una llamada fatídica; una amiga de la familia avisó que los judiciales recogerían a Rafa, mi primo, en la carretera pues había tenido un accidente. Siendo que por lo general son las ambulancias las que recogen a los heridos, axiomáticamente pensamos lo peor. Mi mamá se puso algo triste, mi papá un tanto más, y yo, aunque desconcertado, no sentí realmente la pérdida, ni siquiera horas más tarde, cuando el padre del ahora difunto dijera by hiself, también por teléfono, que en definitiva Rafa había muerto, y que había sido por un balazo que él mismo se había inflingido, convirtiendo de esta forma su muerte en suicidio.
Era de Jaumave, un municipio cercano a Vicky Ranch, y en las contadas veces que lo vi, nunca platiqué de veras con él, así que tal vez yo no sea el indicado para conjeturar teorías acerca del motivo de su acción. De pequeños nos veíamos un poco más seguido, pero los recuerdos que tengo son nada nítidos; lo que sí se me viene fácil a la mente es su risa pueblerina, aunque tímida, que no recuerdo haber vuelto a ver después de que dejara la niñez. En su adolescencia madura erró por mi ciudad entre carreras universitarias distintas a cuyas clases casi no asistía, según mi mamá, porque no estaba muy interesado en estudiar y sus papás querían que lo hiciera a fortiori, pero a propósito de ellos, no me parecen del tipo que obligan a sus hijos a hacer las cosas que no quieren. El día de su suicidio, a sus 22 años, tenía media semana de haber entrado a la escuela Normal, pero no había asistido a clases, dijeron sus profesores. No mucho antes había iniciado en su casa un cyber-no-café que iba viento en popa. Ahora lamento un poco no haber conseguido su dirección hotmail, pero no fue porque no quisiera sino porque jamás se me ocurrió. A pesar de que todos dicen que era alguien muy serio, una prima me puntualizó que ella hablaba con él muy bien por el msn , así que dammit again, pude conocerlo mejor si se me hubiera ocurrido xP. Luego de que checaran, el historial del navegador que utilizaba en Internet demostró que sus últimas búsquedas habían centrádose en diferentes páginas donde se daba información acerca de la potencia de diversas armas de fuego. Otro primo dijo que había platicado con él por el mismo medio el martes y que le había dicho que le iba a enviar una foto suya, lo que le extrañó, aunque al final no lo hizo. Se corrió la noticia de que el occiso había dejado una nota de suicidio, pero no supe qué expresaba en ella, y si los padres nada comentaron al respecto sus motivos debieron tener, así que no me queda más que una curiosidad muy ligera por saberlo.
El funeral ocurrió ayer, y toda la familia, obviando unas contadísimas excepciones (entre ellas mi bro), se reunió en Jaumave para velar el cuerpo e intentar ofrecer algo de consuelo al núcleo familiar del que Rafa fue parte. El día empezó triste, con la gente ofreciendo pésames torpemente, no se me excluya de esta torpeza, pero conforme fue avanzando, la famila se las arregló para hilvanar charlas amenas y hasta divertidas; esto, claro, en el patio de atrás de la casa, alejada del cuerpo en el ataúd de la entrada. Al atardecer la marcha fúnebre llegó hasta el panteón sin muchos contratiempos, y tal vez una hora después un hombre cuya identidad desconocía dio las palabaras de despedida. No pude oír más que el vocablo compuesto "físicamente" tres veces, demasiado seguidas una de la otra (yo creo que se refería a que no estaba con nosotros de esa forma pero sí en espíritu, etc...), pero mi papá, que estaba más cerca, celebró al orador por su elocuencia, y dijo que había dicho esencialmente que tal vez Rafa no había hallado el sentido de la vida, pero que no debíamos juzgar sus razones suicidas (las que hayan sido), y que en cambio y a manera de enseñanza, habríamos de encontrar ese sentido nosotros en nuestras vidas.
Anochecía cuando regresó la caravana a la casa donde se había velado el cuerpo, y el café y el pan corrió por entre los hambrientos sistemas digestivos de los presentes. Había en ese entonces una curiosa alegría en el aire, tal vez esa picardía y simpatía que los mexicanos tenemos ante la muerte (sic). Irónicamente, hace mucho que no me sentía verdaderamente a gusto con la familia de parte de mi papá; tal vez la tragedia nos desgarra los buenos hábitos y el aparentar, dejando en carne viva al humano, el que abraza y besa porque lo necesita, no por protocolo. No lloré una sola lágrima por Rafa, y no creo hacerlo, porque aun mentiría si dijera que lo estimaba: era para mí más un conocido que un familiar; pero estimo mucho a su mamá Mine y a su hermana Rocío, así que dejó aquí con todo el respeto mi más sentido pésame. Y Rafa, dondequiera que estés, me hubiera gustado conocerte y estimarte.