24 jun 2009

Visceral

Hoy tengo ganas de encajarme los dedos de mi mano derecha en el pecho, como una garra, y sacar a jirones mi corazón, y así sin soltarlo, empezar a teclear letras góticas y pasionales. Quiero que continué en mi mano derecha para que a cada palabra se estrelle contra el teclado, derramando lentamente la sangre gangrenada que contiene, pero también la oxigenada, la carmesí, aquella que con vehemencia lucha por salir, ávida de escurrirse cálidamente por entre las hendiduras y rebosar altanera sobre la superficie del pad.
Que sea mi sangre la que guíe esta prosa catártica, que surja sin cese y comience mi escritorio a gotear. Que se haga un charco y el pálido iluminar de una luna mortecina se refleje sobre él, parpadeante; que del charco comiencen a correr arroyos por el camino marcado por el vitropiso, y que entonces mi cuarto tórnese en una cuadrícula de ritual, que lleguen los ángeles y se pongan a bailar.
Si del cielo bajáse una prostituta asexuada, que viole mi alma y la haga mundana. Si a alguien he de traer que sea a él, pero que se quede lejos tan sólo a ver. Y es que ésta es mi danza, violacea y plateada, sublime, ápice de una rutina quebrada.
Cuando los ángeles salgan de su mutez y del éxtasis campirano, uno a uno se irán mirando, y su ensimismamiento anterior se irá paulatinamente transformando en un repentino interés compartido. Se abrazarán los unos a los otros y se besarán las frentes, las mejillas, los ojos y los labios, como si se hubiesen reencontrado luego de evos y eones transcurridos. El beso último se convertirá en lujuria, pero sólo hasta ahí llegarán.
Mi corazón se sigue desangrando, y la prostituta yace en el suelo, mirándome fijamente. Yo la veo por el rabillo del ojo y no le presto atención, entonces se desvanece sin decir adiós. Oigo el ruido de la noche y los ángeles se hacen translúcidos, brillantes en su corazón. Te veo a lo lejos, sonriéndome como si nada, agitando tu mano a manera de saludo. Siento que debo pararme e ir contigo, pero algo me dice que esto no termina.
Miro hacia el techo y lo veo: es un negro, calvo, fuerte y desnudo. Desciende y se para a un lado mío. Oigo tu voz y empiezo a suspirar, me levanto y voy justo donde tú estás.
Te tomo de la mano y la aprieto con fuerza, y no hace falta más que eso y las sonrisas, para saberlo todo. No hace falta nada más. Suelto tu mano y camino por un vado, que sube y baja amistoso y soleado. Doy una ocasional mirada atrás, una más y otra más, y la gente te comienza a rodear, sonrío apenado y lo sé todo. No hace falta nada más. Estamos y estaremos juntos sin más. Me invade otro suspiro, largo y sensato, me hace tronar el esternón. Y lo sé. Claro que lo sé. Sigo caminando y sé que nos encontraremos una y otra vez para sonreírnos, para aliviarnos, para sernos.

Y contando...

Etiquetas

Frozen


Listening and reading

  • Escuchando: La Oreja de Van Gogh, La 5a Estación, Gloria Trevi y Adriana Foster. (Pop Power)
  • Leyendo: Ecce Homo, de Friedrich Nietzcshe.

Lista

  • 1 Mónica Naranjo
  • 2 Tarja Turunen
  • 3 Shakira
  • 4 Floor Jansen
  • 5 Sharon Den Adel
  • 6 Anneke Van Giersbergen
  • 7 Vibeke Stene
  • 8 Duan Marie
  • 9 Roy Khan
  • 10 Isabel Pantoja