Primera Entrada...

A esta reflexión, aunque ya antes había nadado por mi cabeza, fue hasta hace apenas unos días que le di orden y lugar al final de uno de mis cuadernos escolares; de hecho la transcribí entre clases.
Es hoy mi primer Entrada, reflejando un poco de lo que el refinado lector -espero- gozará más adelante. He aquí:


-Abuelo, ¿quién creó el mundo? -preguntó el infante mirándolo hacia arriba con ojos cuan abiertos como su anatomía le permitía.

El hombre sonrió profundizando sus arrugas.

-¿Ves estos granitas de arena...? -se agachó despacio para recoger un poco del material- ¿Ves el agua correr incansablemente a través de ríos y arroyos...? ¿Oyes a los pájaros cantar, y de noche, a los lobos aullar...? ¿Sientes el calor del Sol cayéndote sobre el rostro cuando miras hacia el cielo...? ¿Puedes oler el dulce aroma de las flores?

El niño de no más de diez años, asintió mientras la duda se le acrecentaba, confuso por la retórica del anciano.

-Bueno, pues todo eso y más -ofreció un puño cerrado al nieto-... fue creado por este tomate.

El niño miró al fruto que de la mano del hombre había sido descubierto, y, perplejo, expresó:

-No es cierto.

-Lo es, es tan cierto como que el agua que tomas te quita la sed.

Pero el niño continuó con el entrecejo fruncido.




¿Absurdo?

Si el niño, pudiendo palpar y ver al todo poderoso creador, sigue sin aceptar sus propiedades divinas; más absurdo me parece que un hombre adulto, ya concienzudo, acepte a su todo poderoso creador personal, intangible como es.



Pues ahí está. Opinen.